Este el pobre balance del Santo de la crisis. En sus más de 30 horas de recorrido a lo largo de la tarde del domingo y jornada del lunes, el patrón de Trigueros se ha encontrado con tan sólo 9 tiradas, cinco de ellas concentradas en la calle Labradores. Además el cepillo del Santo este año, no sólo no ha subido el porcentaje habitual, sino peor, ha recaudado 500 euros menos que otros años.
No obstante, puede haber mucha gente a la que la cifra de dinero recogido le parezca bien e incluso desee que esta vaya bajando cada año, ya que hay muchos triguereños que desconocemos cuál es, al margen del mantenimiento de la ermita, el destino de ese dinero. Esto no quiere decir que no se destine a fines importantes, como la conservación y renovación de los enseres o la ayuda a diferentes proyectos benéficos.
La pregunta es ¿Por qué no invertir en la fiesta?.¿Por qué si ese dinero es del Santo y para el Santo, no se gasta en sus fiestas?
¿Es acaso una idea descabellada el establecer una pequeña ayuda por parte de la Comisión, a las familias o grupos que decidan tirar, para intentar que no se pierda esa tradición, en épocas como la actual?
El cepillo del Santo puede ayudar a difundir la fiesta con buenas campañas de publicidad y prensa, para conseguir más visitantes y mejor imagen de las mismas (ya está bien de tantas noticias del carné de la UGT).
Por supuesto, que el gasto principal debe correr por parte del Ayuntamiento, pero por qué no se pueden plantear otras propuestas.
Al margen de esto, y con la mirada puesta siempre en conservar lo nuestro y avanzar con los tiempos, hay que hablar de las tiradas. ¿Por qué tirar tiene que ser competir? En los últimos años el número de tiradas se ha visto drásticamente reducido, pocas son las tiradas la tarde del domingo, tras el paso del Santo por la calle Labradores. (Hacer mención especial al esfuerzo y la ilusión del Colegio Triana). Casi nulas, las tiradas por la noche. Inexistentes las de Blas Infante o Ruiz Mantero y muy escasas las del lunes al mediodía. Y es que en muchos casos las exigencias del que recoge, escudriñando productos y seleccionando calidades y la importancia que se le da al quedar bien, aparentar y tener que tirar mucho para no hacer el ridículo, ha llevado a pensar eso tan triguereño que “pa tirar eso, mejor no tirar”. Y así nos va….
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